Novedades

Frida Kahlo llega a Bogotá con una biografía inmersiva para divulgar su legado

«No te olvides de tu Friducha» fue uno de los pedidos de Frida Kahlo a su madre al despedirse en una de las cartas que le envió desde Nueva York. Ese deseo recurrente de mantener viva su memoria impulsó a la corporación que lleva su nombre a mostrar una biografía inmersiva, hoy establecida en Bogotá, para invitar a navegar en su historia.

«Hacemos este recorrido en tu nombre para que tu legado llegue a nuevas generaciones. Permítenos entender el poder que hay en tus obras y vida para que todas las personas puedan comprenderte», reza una de las guías de la exposición al inicio de un recorrido que comienza en un tradicional altar de muertos repleto de flores anaranjadas, calaveras de colores y fotografías de la artista.

De los siete espacios interactivos que dan vida a «Frida Kahlo: La vida de un ícono, la biografía inmersiva», uno de ellos atrapa especialmente a los asistentes que, sentados en bancos o caminando boquiabiertos, giran sus cuerpos 365º mientras coxis colmados de flores y fetos en gestación evocan uno de sus grandes dolores: la imposibilidad de ser madre.

Esta preocupación que plasmó en obras como «Hospital Henry Ford», pintura que recuerda a un aborto sufrido en un centro médico de Detroit (EE.UU.), también se hace presente en otra sala de la exposición en la que, además de la figura del no-nato se advierte un caracol -también presente en ese cuadro- que hace referencia a la lenta y complicada pérdida de su «pequeño Dieguito».

Los accidentes de su vida

Al compás de «La llorona», melodía de Chavela Vargas y uno de los amores de Kahlo, las frases que aluden a las «heridas mortales» nacidas de un «agravio de amor» se combinan con las fotografías en blanco y negro de la artista junto a ese muralista «panzón» que fue dos veces su marido y al que enamoró pidiéndole que revisara su obra para saber si valía la pena o debía abandonarla para siempre: Diego Rivera.

Ese, según dijo alguna vez, fue uno de los grandes accidentes de su vida.

En otra oscura sala de la instalación, también se recuerda su primer gran accidente, el mismo que le quebró la columna vertebral que años después reemplazaría por otra de estilo jónico en «La columna rota».

Entre cristales que estallan y un zapato de tacón que flota en el ambiente se recrea el momento en el que un lluvioso 17 de septiembre de 1925, cuando regresaba a casa junto a su primer amor, Alejandro Gómez, se dio cuenta de que había olvidado su paraguas y, tras tomar el siguiente autobús, un tranvía los embistió.

«Frida falleció en el accidente como esa niña que quería ser una doctora y renació como esa mujer que es el ícono que hoy celebramos», aseguró la directora de la Corporación Frida Kahlo, Beatriz Alvarado, en una entrevista con EFE en el centro comercial Unicentro que acogerá hasta el próximo 6 de septiembre a esta exposición.

Fuente: EFE

Deja tu comentario

Otros Artículos

Botón volver arriba